lunes, 8 de agosto de 2011

Relato con Solera - ¿Realidad o ficción? (I)

Era un día como otro cualquiera, o eso parecía, Álvaro acudía a su puesto de trabajo, después de haber dejado a su hijo en la guardería, cuando se disponía a aparcar el automóvil, una persona se le cruzó por la carretera y tuvo que realizar una rápida maniobra para evitar el atropello. La persona se fue corriendo sin mirar hacia atrás ni para disculparse. El día estaba nublado, aunque no llovía se podía respirar cierto aroma a las primeras gotas que suelen caer antes de llover. Pues bien, Álvaro entro por la puerta principal de la empresa y sintió un cambio brusco de temperatura, mayor que el habitual. Siguió subiendo por las escaleras y no sabía lo que era, pero en el ambiente, había algo raro, algo que le hacía temblar y le causaba pavor. ¿Qué era? Se preguntaba Álvaro pero no hallaba respuesta.

Subió los últimos peldaños de la estrecha y vieja escalera que derivaba en el segundo piso donde se encontraba situado el departamento de RRHH. Siguió por el pasillo blanco y lúgubre de la segunda planta, cuando escucho un grito inesperado y a la vez tenebroso que decía: “AYUDA, AYUDA”. Álvaro, con las manos sudadas y con gotas en la frente, decidió ir cuidadosamente hacia el fondo del pasillo donde se escuchó tal grito de lamento. Una vez que se aproximaba al despacho del director, se escucharon varios susurros provenientes de la zona sur donde se encontraban los servicios y el frío comedor.

¡Dios, ayúdame! Decía Álvaro, ¿Que está pasando? Tengo que salir de aquí. Intentó sin suerte salir por una puerta de la empresa que daba a los suburbios de la ciudad. El pomo de la puerta estaba frío, helado, no sentía sus articulaciones, dejó de insistir porque era inútil abrir aquella sucia y fría puerta que se encontraba totalmente cerrada.

Decidió dirigirse hacia los servicios, de donde provenían esos terribles sonidos y gritos que provocaban un miedo y dolor de cabeza terrible a Álvaro. En ese momento se apagaron las luces. Álvaro empezó cada vez a ponerse más nervioso, le temblaban las piernas y no lograba decir ninguna palabra, se encontraba asustado y solo en aquel lugar cada vez más parecido al infierno. 

La máquina del café comenzó a funcionar sola, provocando un ruido chirriante que se introducía en los oídos y era imposible olvidar. ¿Quién había puesto a funcionar la máquina del café? ¿Estaba solo? Álvaro solo pudo decir, mientras le temblaban los labios resecos, ¿Quién hay ahí?. No obtuvo respuesta, pero a los pocos segundos se escuchó algo que realmente le estremeció, una risa malvada de fondo obtenía protagonismo en aquella oscuridad eterna donde se encontraba Álvaro.

Como pudo, salió corriendo y se encerró en el cuarto de la limpiadora mientras llamaba por el móvil. Lamentablemente no había cobertura en aquel cuartillo donde se encontraba rodeado de basura y productos de limpieza. Con mucho frio, encogido en un solitario rincón de aquel cuartillo, sintió tres porrazos en la puerta, como si alguien estuviera llamando y tocando la puerta oxidada que actuaba a su vez como una línea de separación entre el miedo de Álvaro y aquello que se encontraba al otro lado.

La risa volvió a sonar entre aquellas paredes de papel mientras seguían golpeando la puerta. Álvaro solo podía decir una sola y escasa palabra: “BASTA”. Parecía una terrible pesadilla, esas que te dejan pegados a las sábanas del sufrimiento y dolor. Pero en esta ocasión era todo muy real.

Tras 10 minutos sintiendo tal sufrimiento, pararon de repente los ruidos, y empezó a entrar una luz intensa por debajo de la puerta. Álvaro agachó su cabeza cuidadosa y silenciosamente para mirar por debajo de la sucia puerta y mientras intentaba ver algo, alguien o algo le empezó a tocar la espalda, un frío recorría su cuerpo… 

¿Quién había en aquel cuartillo aparte de Álvaro?
¿Qué había detrás de aquella puerta?
¿De dónde provenían los gritos y la luz?


La cuenta atrás continua … 

El próximo jueves, más misterio. No te lo pierdas.

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