El adiós de Zapatero (por David)

Ya tenemos la gran fecha, la tan esperada por muchos, 20 de noviembre de 2011. Serán las Elecciones generales y pocos días después el adiós definitivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Sin embargo, faltarán algunos años para que la historia juzgue la labor realizada durante sus dos mandatos.

Al escuchar al presidente en sus discursos siempre he tenido la misma impresión que me ha transmitido desde que emergió al primer plano de la política española. La impresión es la de que estamos ante una de las personas más limpias y más transparentes de la política, si no la que más. Y de que se trata del político más comprometido con la necesidad de llevar a España a las mejores cotas en todos los ámbitos.

Aquí lo que ha ocurrido es que esta persona ha tenido la mala suerte de tener que afrontar la crisis económica desde casi el principio de la legislatura, y le ha sucedido como al resto de sus colegas europeos y de todo el mundo afectado por la crisis: que el deterioro político le ha venido impuesto desde "altas esferas", por encima de su gestión y de su personalidad, circunstancia en la que sus errores han jugado un papel fundamental para la opinión pública. Pero la política es así y los que ahí se meten ya deben saber lo que les puede suceder.

Dicho eso, reitero mi postura de que hace un año y pico debió dimitir o negarse a aplicar una serie de medidas que contradecían totalmente con su programa y sus convicciones. No sé muy bien cómo se habría hecho eso, pero sé que no ha valido la pena su obstinación en seguir adelante, aunque estoy seguro de que lo ha hecho con su mejor voluntad y su mejor deseo de servir a España y a los españoles. El discurso ha sido el propio del buen político y de la buena persona que es Zapatero, en contraste con otros líderes. Algunos de ellos no le llegan ni a la suela del zapato y se han permitido el lujo de ofenderlo y de ignorar la parte positiva, que está en toda la primera legislatura y en todo lo que durante la segunda queda fuera de la crisis.

Solo espero que el próximo presidente del Gobierno sea capaz de mejorar la actual situación económica de nuestro país y sobre todo se reduzca el alto nivel de desempleo sin disminuir el trabajado estado de bienestar.