domingo, 21 de agosto de 2011

Los pies del Rey y del Mensajero (publicado en El Mundo)



El jueves lo recibió a pié de escalerilla. Con bastón y bota ortopédica, el Rey Juan Carlos se fue a Barajas a recibir a su amigo, el Papa de Roma. El viernes le abrió las puertas de su casa del palacio de la Zarzuela. El Papa y el Rey, los antaño dos poderes que regían el mundo. Y que, a pesar de los pesares, permanecen. Quizás un poco 'tocados'. Se ve en los pies de ambos mandatarios. La Iglesia ha perdido casi todo su poder temporal, pero sigue siendo una referencia moral mundial. Y el Rey también perdió poder político, pero ganó el corazón de su pueblo.
El Papa y el Rey, dos ancianos que siguen caminando. Con dificultades. Más el Rey que el Papa. Al menos, en la foto. El pie del Papa se mantiene lustroso, brillante a pesar de los años, rojo intenso, con zapatos de Prada. Y caminó con pasitos cortos y ligeramente encorvado. La bota ortopédica del Rey a su lado desentona un poco y quizás refleje el estado de una realeza venida a menos. Y eso que el Rey anda a grandes zancadas, apoyado en su bastón.
Ambos poderes, antaño absolutos, caminan de la mano en la Historia y sufren los avatares del paso del tiempo y de una nueva sociedad. La realeza cambió a fondo para mantenerse y de absoluta pasó a constitucional: el poder en el pueblo. A la Iglesia le cuesta más el cambio. Su esencia es la permanencia, edificada sobre roca, que decía el Papa a los jóvenes en Cibeles. El Papa sigue siendo el único monarca absoluto del mundo. Con todos los poderes de la Iglesia en sus manos.
Mientras la estrategia de la realeza pasa por el cambio y la adaptación permanentes, la Iglesia considera que su papel debe ser el inmovilismo: permanecer como roca segura en medio de una sociedad sometida a ritmos vertiginosos y cambios continuos. Al final, piensan en Roma, la gente busca la paz, el sosiego, la calma, la firmeza que da la permanencia. Y lo cierto es que la receta le ha dado buen resultado: más de 2.000 años la contemplan.
El Rey abre sus puertas al Papa, quizás tomen café juntos. Son amigos. Y, entre recuerdo y recuerdo, hablarán de España, de Roma y de sus cosas. El Papa le preguntará al Rey si realmente España está dejando de ser católica. Y posiblemente, Don Juan Carlos le diga que en absoluto, que España no va a misa ni se confiesa, pero sigue teniendo un corazón católico. Cultural y social, al menos.
El Rey aprovechará para interesarse ante Su Santidad cómo va el expediente de nulidad matrimonial de su hija Elena. Un expediente que está en Roma y sobre el que tendrá que decidir la Rota romana de la Santa Sede. Benedicto XVI preguntará a su Secretario de Estado, cardenal Bertone, cómo está el dossier canónico de la Infanta y le tranquilizará al respecto. La Corona española siempre ha sido (y sigue siendo) un fiel aliado del papado. Favor con favor se paga. El Papa de Roma y el Rey de España de nuevo juntos. Antaño, para conquistar América. Hoy, para mantener la fe.

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