martes, 4 de octubre de 2011

¿El peor momento? (por David)


La semana pasada leí en un artículo de El Mundo la siguiente afirmación: “Estamos viviendo el peor momento de nuestra historia”, era una aclamación de un miembro del 15M. Y yo me pregunté: “¿Vivimos realmente el peor momento?” Probablemente la respuesta sea positiva para los que somos jóvenes. Pero por unos instantes pensé en las viudas de la Guerra Civil, con el marido fusilado por los franquistas y siete hijos a su cargo en un periodo que no se terminaba nunca. También pensé en los niños de la posguerra, muertos de frío, de hambre y de piojos, jugando al fútbol con pelotas de trapo en un descampado lleno de gatos sarnosos. Y por supuesto pensé en la vida de nuestros abuelos, los que fueron jóvenes en los años 50 y 60 del siglo pasado y tuvieron que acostumbrarse a las prohibiciones de todo tipo y a la temible dictadura franquista.
Y que conste que ese periodo histórico al que me he referido es muy corto, ya que solo cubre unos 40 años del siglo XX, desde el 36 al 76. Porque también habría que pensar en las calamidades que sufrieron los reclutas que tuvieron que luchar en las distintas guerras españolas.  O en la vida condenada a las estrecheces del siglo XIX, cuando las familias ricas fotografiaban a sus hijos muertos con el traje de los domingos y las familias pobres sentían la muerte de sus niños como un alivio porque eran una boca menos que alimentar. Y me dejo los tiempos negrísimos de la Inquisición, que en España duraron más de tres siglos.
Por eso sería bueno que tuviéramos un poco de perspectiva histórica y no exageráramos las cosas. Es innegable que la situación actual está muy mal y que hay muchos motivos para estar enfadados, pero no podemos olvidar que todavía disfrutamos de unas ventajas que hace solo cuarenta años parecían un milagro. Tenemos una Sanidad gratuita y universal, lo mismo que la Educación, y todavía disponemos de un sistema de asistencia social que ninguno de nuestros mayores podría haber imaginado. Y eso es justamente lo que tendríamos que defender a toda costa, procurando actuar con inteligencia para preservar lo que sin duda es el mejor legado de nuestra historia y el patrimonio que más esfuerzo nos ha costado conseguir. Y más que gritar pidiendo lo imposible, deberíamos exigirles a todos los políticos que supieran respetar ese legado y llegaran a un gran pacto para conservar lo imprescindible, a pesar de todos los recortes que se deban hacer.

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